24 de diciembre de 2018

LOS TRES FANTASMAS DE LOS GERENTES: LA CUERVOLANDIA PRESENTE


'Come fly with me, let's fly, let's fly away
If you could use some exotic booze
There's a bar in far Bombay
Come fly with me, let's fly, let's fly away'


  • Borrascano: Hoy, en la Impertinencia, contamos con la presencia de la Virgen de Guadalupe!!
(APLAUSOS)
  • Borrascano: Hola, María, ¿Cómo estás? Me vienes muy morena…
  • María: Sí, es que me tallaron así, David.
  • B: Guay, guay… “Virgen de Guadalupe, dame la mano, para subir la cuesta de Puertollano”… Qué flipe, ¿no?, o sea, que es un puerto, pero es llano… no lo entiendo muy bien, porque los puertos en ciclismo son cuestas, pero esto debe ser como un falso llano… me flipa hasta el amoche...
(RISAS)
  • B: De aquí salgo yo hoy cristianizado
(RISAS)
  • M: Si, bueno, David, eso es una coplilla, una jota extremeña, que
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Jackeline apagó la tele, bostezando… Había encendido la tele, y tras un breve zapping, había decidido quedarse con la Impertinencia, ese programa de entrevistas joviales. Pero la verdad es que la calidad había descendido mucho. Era como si un programa de comedia se disfrazase de periodismo, pero optando por un estilo antiperiodístico, para hacer gracia, lo cual resultaba en anticomedia, y del todo antigracioso. Pero claro, si la alternativa era ver a los de Chorradina Empty meterse con cualquier cosa que ellos decidiesen que debían escarniar, la decisión estaba clara, dejar que Borrascano la adormeciera… Aunque tampoco funcionaba.
De repente, algo golpeaba su ventana. A su memoria acudieron las imágenes de un vampiro infantil que tan grabadas tenía desde su niñez, pidiendo entrar, pero en seguida desechó tales pensamientos lúgubres… “estamos en nochebuena, no en víspera de todos los santos”, se dijo en voz alta para darse tranquilidad. Se asomó a la ventana, y vio que era un repartidor. En seguida cayó en la cuenta de que el portero automático no funcionaba, así que le dijo que bajaba a abrirle.
Se enfundó una sudadera y sus cuervozapatillas, aquellas que aún le duraban desde que las obtuvo en su primera cuervo cesta de navidad (aunque en realidad, aquella cesta tenía forma de nido, con plumas de cuervo y otros restos biológicos y todo…), cogió las llaves y bajó las escaleras en un santiamén…
Pero para su sorpresa, al abrir el portal, en lugar del repartidor encontró a un hombre sudoroso, de unos 55 años, con ropa muy cara, pero con un aspecto lamentable. Las ojeras le llegaban al suelo, y el implante capilar, pese a tener pinta de ser de los caros, no parecía haber hecho efecto en una anchísima frente demacrada por el estrés.
  • Perdone, ¿ha visto a un repartidor?
  • Buenas noches, Jackeline, no te preocupes por el repartidor, ya le he pagado. Disculpa el ardid, pero era la única manera que tenía de contactar contigo. Puedes llamarme Cormonas.
  • Creo que me vuelvo a casa, buenas noches,…
  • No, por favor. Espera, sólo será un momento.
El desconocido que se hacía llamar Cormonas extendió una tarjeta. Al hacerlo, por la manga de su Armani, se veían unos gemelos, de oro, sin duda, y con forma de ave. Jackeline cogió la tarjeta. Era de la mejor calidad, tanto por el gramaje de la cartulina, como por la serigrafía en negro y dorado. En la misma podía leerse “Sr. Cormonas. Chairman. Los Palominos”.
  • Escuche, Sr. Cormonas, no sé que desea, pero un tazón de tapioca me espera en casa…
  • Tranquila, como le he dicho serán unos minutos.
Cormonas chasqueó los dedos, y como si de repente el cuervotúnel antigravedad volviese a funcionar, se encontraban volando a gran velocidad por el espacio. Jackeline asombrada le preguntó, como queriendo encajar las piezas de todo aquello
  • ¿Es usted un fantasma de navidad?
  • ¿Fantasma? Qué va!! Soy Cormonas, el presente de los parques temáticos.
Al momento volaban sobre un lugar lleno de luces, atracciones, brillo y glamour… la música más moderna podría oírse desde donde estaban. Ella, no podía creerlo, no podía creer que estuviesen flotando así, pero sin duda, la modernidad, el brillo, las avanzadas tecnologías, y la perfección de aquel sitio le llamó la atención sobremanera. Cormonas le dijo…
  • Esta es mi mayor obra. El mayor imperio en complejos de ocio y parques temáticos que pueda llegar a imaginarse nunca. Y este parque, donde antes no había más que campos baldíos y ciénagas repletas de apestosas especies batracias, ahora es el mayor negocio de su categoría. Las más importantes marcas de todo tipo de comida o bebida desean hacer negocios aquí, las mejores productoras de espectáculos pelean por programar en este emplazamiento, y eventos internacionales de toda índole se desarrollan aquí. Si deseas conocer a las mejores estrellas internacionales de la música, el deporte, el cine, el teatro,… puedes encontrarlos aquí.
  • Sin duda tiene glamour.
  • Si, aunque mi gran obra te necesita. Está incompleta. Este parque está solamente pensado para ser el segundo de mi cadena… Me falta la joya de la corona de mi imperio. El Palominos Imperial, construido para el deleite de todo el mundo, sobre todo para el mío, en los Monegros.
  • ¿Cómo?
  • Si, Jackeline, te necesito para poder operar desde dentro, y lograr que Cuervolandia deje de ser parte del presente. Necesito que trabajes para mí y me ayudes a que Cuervolandia sea un fracaso total!!
  • Bueno, Sr. Cormonas, creo que por ahora he sido lo suficientemente deferente como para escucharlo… Ahora me voy…
  • Pero si antes todo esto era campo!! Todo campo!!
Jackeline pensó en regresar a casa, y al instante se encontraba volando a la velocidad del pensamiento camino a casa mientras en sus oídos retumbaba el lamento desesperado de Cormonas “Todo campooooooo”.



El tercer gerente despertó en su despacho… Había sido un sueño extrañísimo… No sabía qué pintaba en el mismo Jackeline, la animadora en patines más veterana de la plantilla, ni tenía ni idea de quién era ese Cormonas… Pero estaba convencido de que ese sueño no era sino un mensaje del fantasma de las navidades presentes. Seguro que Irving Quintanaurría, investigador de lo oculto, opinaría exactamente lo mismo. Tenía que convocar al resto de gerentes de Cuervolandia de inmediato. Aunque un olor a sopa de tapioca le llegaba desde la cocina, mientras su estómago avisaba. Lo dejaría para luego.

3 comentarios:

  1. Msgistral y maravilloso a un tiempo, la ácida critixa al posthumor y al tardocostumbrismo es un mudo grito en esta sociedad irreflexiva, el peligro de que Cuervolandia se apalomine hay que evitarlo como sea empeñaré en ello mi vida y hacienda si preciso fuere!!! Enhorabuena y aplauso enardecido

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  2. ¡Aaay, aaay qué alegríaaa! ¡Otra vez los gerentes publicando, otra vez Cuervolandia repicando! Llaquelín, no le hagas caso a Cormonas, solo va al dinero, al cuarto pa la saca. Tú te mereces a alguien mejor... ¡No te veo de topo ni de palomina... Que no te enreden! Me he sentido identificada con esta historia, porque yo también estoy cristianizada y me gusta la tapioca.
    Queremos más piquitos y plumitas negras en el 2019, que ya está aquí.

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  3. Queremos otra historia con Irving Quintanaurría. ADIÓS.

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