El careto anunciador. |
Segunda entrega de los relatos al alimón, recordamos que en negrita irán las palabras elegidas por el resto de gerentes que deben figurar obligatoriamente en el relato.
Cuervolandiaaaaaaaaaa!!!
El 28 de diciembre, fecha en la que se rememora una matanza de niños y donde la inocencia es motivo de burla y rechifla del jacarandoso vulgo fue la fecha que Irving Quintanaurría, Investigador de lo paranormal, decidió conjurar a los demonios más perversos siguiendo las recetas más depravadas de los manuales de sortilegios más arcanos.
Así el Necronomicón, el Ciprianiño, el Ars Almadel, libro cuarto de la Clavícula de Salomón, el Picatrix, la letra pequeña de la parte de atrás de los contratos de Bankia y demás grimorios que jamás debieron ser hollados lo fueron ese día... ¿Cuál es el motivo? ¿Hay una razón quizá?...Ni el propio Quintanaurría lo sabía, quizá pudo en él su ansia de conocimiento, su hambre de nuevos saberes, su trágica curiosidad sobre el más allá... Sea por lo que fuere, su imprudente proceder lo llevó a seguir los pasos del doctor Fausto de Goethe, del Estudiante de Salamanca de Espronceda o de Mikey Mouse en Fantasía como aprendiz de brujo convirtiendo su casa en altar de invocaciones...
Allí, estaba nuestro Irving!! Allí, lanzando sortilegios en medio del pentáculo trazado con un cuchillo en el parquet!! Ofreciendo libaciones a los demonios paganos, fumando un puro y escupiendo Ron del hacendado durante horas y horas por todo su living room plagado de exvotos y amuletos de muy distinta índole provenientes casi todos de la teletienda, como la pulsera Rayma y su poderoso cuarzo, la efigie del Santón del Payatú y los Monos de mar mirando absortos desde su pecera.
Allí, estaba nuestro Irving!! Allí, lanzando sortilegios en medio del pentáculo trazado con un cuchillo en el parquet!! Ofreciendo libaciones a los demonios paganos, fumando un puro y escupiendo Ron del hacendado durante horas y horas por todo su living room plagado de exvotos y amuletos de muy distinta índole provenientes casi todos de la teletienda, como la pulsera Rayma y su poderoso cuarzo, la efigie del Santón del Payatú y los Monos de mar mirando absortos desde su pecera.
En su esfuerzo investigador mezcló el conxuro da queimada con las suras prohibidas del Corán y esperó toda la noche a que se manifestaran las cortes demoníacas Lucifer el caído, Satanás el distante, Belzebub señor de las moscas y Subirá el demonio que susurra tras la oreja de los despistados y a la vez inspira a los grupos de Rock and Roll.
Finalmente a la hora bruja de las seis de la tarde antes de que empezase la somnífera película alemana de la 1 Irving vió que en la pared de su salón se dibujaba como un icono bizantino en tonos ocres y dorados una horrible faz con mirada perdida y unas greñas de hombre primitivo, dignas de Sandokán de los Bee Gees o de Camarón de la Isla…
Sobreponiéndose al espeluzno Irving le preguntó:
¿Eres real o ficción?
-Dilo pronto aparición
La Cara entonces dirigió a él su mirada y díjole:
El alcalde de Airrigorriaga
tiene mucha ilustración.
El alcalde de Airrigorriaga
tiene mucha ilustración.
Pues sabe tocar el chistu,
y un poquito el acordeón.
También toca la pandereta
y se llama PANTALEÓN
PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN PANTALEÓN
Tras esta enigmática frase el espectro se esfumó, como vino se fue y dejó tras de sí incógnita y enigmática canción.
Irving Quintanaurría atribulado por tan misterioso mensaje y a la vez preso de una decepcionante sensación de haber empleado tiempo y esfuerzo en algo tan sumamente ridículo decidió archivar el asunto, poner una alfombra para tapar el pentáculo y bajar a la frutería a comprar unas naranjas para el desayuno. Bajando la escalera pensó….
¡¡¡Quizá los demonios también gastan inocentadas!!
¡¡Rayma Quartz, las plantillas del Doctor Metz, la jarra imantada, el laboratorio gemológico Gemacyt!!
ResponderEliminarCOMPRO. ¿Dónde hay que pagar, dónde hay que firmar? Si no les vale mi sangre, me transfundo otra.
OOOOOK, gritó el Bibliotecario.
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