"♫ A Belén pastunes, a Belén Chicotes,
que ha vencido la grey de los principotes ♪"
Cuervolandiaaaaaaaaaaaaa!!!!!!
Anoche me desperté pasadas las tres y cuarto y de una manera casi inconsciente y automática pero sin llegar a ser sonámbula me dirigí al frigorífico y lo abrí. No sé porqué extraño motivo me encontraba en esa situación, no tenía hambre ni sed y además la noche era fría y yo iba descalzo, pero el caso es que me detuve varios minutos ante esa luz invitadora y acogedora, quizá metáfora de la luz al final del túnel donde nos espera un destino opíparo o frugal según las experiencias vitales con las que lo hemos llenado. No se si sería esa reflexión freudiana en la que identifiqué la frigorífica luz con la muerte y el más allá o simplemente que no tenía ni la más remota idea de lo que me había llevado hasta allí, lo que me detuvo en la puerta tanto tiempo. Cuando miré por fin la nevera lo entendí todo.
Allí, formando pequeñas hileras estaban las latas de cuervocola edición especial navidad en las que venía escrito el nombre de los personajes de cuervolandia, un singular invento del tercer gerente en el que afirmaba que había concentrado el sabor de cada habitante de cuervolandia. Preso de una curiosidad cercana al paroxismo decidí probarlas todas.
Empecé por la de Saturnino Cubero, al principio sabía a polvo, y a legajos pero a medida que lo saboreaba había una pequeña nota de sabor picante y revolucionaria que me incitaba a replantearme el orden establecido y empezar una microguerra enseguida, aún con ese sabor en la boca abrí y probé la de Valentín Schlinder Pashnavi, al abrirla me corté un dedo y me dolió pero al beberla deseé seguirme cortando pues experimentaba un extraño placer, asustado sólo se me ocurrió parar mis instintos suicidas abriendo la de Paco el arlequín que, como no, sabia a solysombra y a melancolía e incomprensión, llorando caté la de Quintanaurría y explotó el cosmos en mi boca como si fuera una psicofonía, ávido descubrí que no podía parar doña Antonia sabía a recuerdos de pasión desenfrenada Jaquelyn sabía a linimento, Fontevalero sabía a ornitorrinco y a Ibis,Athanasía a goma de mascar y licor del polo y el Arcipreste a vino de misa, poder y frangelico y por fin después de probar el sabor a primera calada y super ego de Lupiáñez llegué a la lata más fascinante, no ponía nombre sólo sé que era gris y que una vez abierta no puedo salir de ella. Quizá el año que viene alguien la venga abrir en Navidad, quizá no.... ojalá.
No se devuelven las cuervofichas tiradas al cuervopozo de los deseos. La gerencia no se responsabiza de su no satisfacción.