'Dalmacio'
Vuelvo a vagar al atardecer por los senderos de Cuervolandia como un perro sin dueño, buscando de nuevo el amor perdido, y el calor de aquellos abrazos pasionales e incendiarios. No puedo ni quiero recordar qué pasó desde que abandoné la suite y en este momento sólo sé que me encuentro cansado, y que en mi cabeza hay sólo silencio, no un silencio de paz, sino un silencio denso, un silencio insoportable, un silencio que en sí es un grito, una explosión, un Hiroshima….
Cuando camino por Cuervolandia pienso mejor, observo mejor, me siento más vivo, pero esta vez los lejanos y viejos altavoces no tienen nada que decirme, esta vez no veo poesía en el olor a pachulí de las velas amarronadas, ni en los chirridos de los tornos de entrada ni en la lentitud de la cuervonoria, ni en la mirada cómplice de las efigies de Milli y Vanilli, ni en los Pierrots, ni en Mondo Egipto, sólo ese maldito silencio.
En mi mente se barajan inconexas imágenes de todos los recuerdos de ella, la recuerdo de niña, cuando la vi por primera vez con su mandilón gris pintándose los labios de rojo con el jugo de las cerezas para parecer mayor....
Recuerdo cómo me enamoré de ella, cómo intentaba llamar su atención a través de mis poemas y canciones….
Recuerdo mi adolescencia, cuando me atreví a declararle mi amor y ella me correspondió, su hermosura, su beso, sus caricias, mi rubor...
Recuerdo también cuando la odié por primera vez, cuando por primera vez me di cuenta de que estaba sólo, que sólo yo estaba enamorado, que todo era artificio, que todo era falso, del vacío que dejó en mi cama al irse sin más, del vacío que dejó en mi corazón su ausencia, de cómo la vida sin ella me pareció una rutina descafeinada por la que yo circulaba en punto muerto….
Me acuerdo de cómo llegué a asumir su pérdida convenciéndome por un momento de que la felicidad es una vana ilusión, un diamante que refulge pero que en el fondo es falso, como de metacrilato, llegué a pensar en definitiva que la vida es como un parque de atracciones decepcionante cuyas ajadas atracciones intentan, mas no pueden, redimir nuestra angustia ni tapar nuestros vacíos....
La volví a recordar en el túnel del amor, al principio no me reconoció, intercambiamos breves palabras y ya no me acordé de por qué la odiaba, volvió a cegarme el fulgor del diamante, volví a buscarla desesperadamente, volví a encontrarla cuando lo daba todo por perdido, volvimos a besarnos, volvimos a hacer el amor, volví a creer que era posible…
Cuando me fui de la suite "Sueños bávaros" volví a la realidad terrible, volví a despertar del ensueño y fue como descubrir otra vez hormigas en el sorbete de mi vida. Con la diferencia de que ya no podré asumir nunca más la rutina tibia y sin emociones en la que estoy condenado a vivir, que no podré ya más seguir fingiendo que sigo vivo por dentro, que puedo vivir sin ella, que no echo de menos el fulgor de los brillantes, aunque estos sean de metacrilato…
Mis pasos se detienen en un cruce, dejo la mente en blanco y de repente siento una fuerza que me empuja contra el suelo; cuando me incorporo, antes de hacer balance de daños, veo una mujer que me resulta familiar pidiéndome que la ayude a levantar, al parecer me había atropellado con su monociclo…